viernes, 17 de julio de 2009

Declaración de intenciones Uno de mis temas de decoración preferidos, que espero compartir con vosotros, es la adaptación de nuestro hogar para conseguir una mayor calidad de vida. Y, dentro de este campo, me merecen especial atención los espacios dedicados a los niños. Demasiadas veces se ven abocados a pasar gran parte de su infancia y adolescencia en cuartos pensados para ofrecer la máxima capacidad de almacenaje, pero quizá no para proporcionarles las herramientas necesarias para ayudarles a crecer. Es esencial comprender la importancia que tiene crear un hábitat satisfactorio para lograr su bienestar. El espacio debería contribuir a potenciar las capacidades del niño, y una de las cosas que pretendo en este blog es analizar poco a poco cómo se puede moldear su entorno para conseguirlo. Un entorno ideal debería ofrecer a los niños suficientes alternativas para que puedan encontrar sus propios intereses y desarrollar las capacidades que les son características. Debería tener la estructura idónea para garantizar su seguridad y la suficiente cohesión para apoyar su desarrollo emocional; ser lo bastante complejo para suponer un desafío y, al mismo tiempo, ser lo bastante fácil de manipular para no frustrar su dominio del medio. No debe contener elementos que sirvan a funciones específicas, sino que debe ofrecer oportunidades para la experimentación, elementos que permitan al niño emplear la imaginación para darles un uso. Los niños, por su propia naturaleza, tienden a la curiosidad y a la investigación. Debemos rodearles de un ambiente que potencie esa búsqueda y, al mismo tiempo, los haga sentir seguros y protegidos. Todo un reto, ¿no te parece?